Unas elecciones generales son un
contrato moral
Máximo Pradera
Las partes son, de un
lado, el partido que resulta vencedor, y de otro los ciudadanos, que con sus
votos, dan luz verde al partido ganador para que desarrolle su programa
electoral.
El objeto del contrato es la implementación y desarrollo de las
medidas contenidas en el programa electoral.
Un partido que, una vez
logrado el poder, no solamente no desarrolla el programa electoral que le ha
llevado a la victoria, sino que hace justamente lo contrario de lo que prometió,
está cometiendo un fraude moral y debe ser desalojado del poder de inmediato
mediante la presión social.
La mayoría parlamentaria, aunque sea
absoluta, NO ES UN CHEQUE EN BLANCO. El diccionario de la RAE define
democracia.
(Del lat. tardío democratĭa, y este del gr.
δημοκρατία).
1. f. Forma de gobierno en la que el poder político es
ejercido por los ciudadanos.
Por lo tanto, si los ciudadanos han votado a
un partido para que desarrolle unas medidas, esas medidas son las que hay que
desarrollar, de lo contrario las elecciones pierden sentido y la democracia se
vacía de contenido.
El poder pasa a ser ejercido por una especie de oligarquía
política EN CONTRA DE LOS DESEOS DE LOS CIUDADANOS.
Para poner un ejemplo
de la calle, Rajoy no es el médico de Paquirri en Pozoblanco: nadie le ha dicho
"haga lo que tenga que hacer, estamos en sus manos".
¿Hace falta recordar
cómo acabó el diestro?
Los votantes le han dicho a Rajoy "haga lo que
dice que va a hacer", y para todo lo demás, consúltenos, o bien en un
referéndum, o bien en una nueva consulta electoral.
El Partido Popular no
solamente está incumpliendo medidas esenciales del acuerdo al que llegó con sus
votantes (como el respeto a la líneas rojas de la educación y la sanidad), sino
que defiende la teoría de que el gobernante, una vez que llega al poder, está
legitimado para tomar cualquier medida que considere oportuna, aunque eso vaya
en contra de su oferta electoral.
Este es el sentido de las palabras de
Rajoy cuando afirmó en Onda Cero: "Haré lo que sea, incluso cosas que dije que
no iba a hacer".
Es llamativo que en ese "haré lo que sea" no figure ni
convocar elecciones anticipadas (ante la imposibilidad de cumplir con el
programa) ni convocar un referéndum (para adoptar consensuadamente una medida
que es contraria a lo que se pactó).
El Partido Popular no solamente
defiende la legitimidad de los incumplimientos realizados hasta ahora sino de
todos lo que puedan producirse en el futuro. "Haré lo que sea", tiempo
futuro.
Se defiende afirmado que sus medidas electorales fueron hechas de
buena fe, pensando que podrían ser factibles, pero que no lo son.
En el
supuesto de que semejante afirmación fuera verosímil, que no lo es, lo ético,
entonces, para honrar esa buena fe, es convocar elecciones.
Los ciudadanos han
votado al PP para que desarrolle EL PROGRAMA, no CUALQUIER PROGRAMA QUE
ESTIME CONVENIENTE UNA VEZ CONQUISTADO EL PODER.
¿Qué podemos hacer los
ciudadanos frente a este abuso de poder?
En enero de 2011, la Audiencia
Provincial de Madrid estableció en un auto que los ciudadanos no pueden demandar
a los políticos por incumplimiento del programa electoral en los tribunales,
porque el contrato que se establece entre las partes no es de naturaleza
jurídica.
Efectivamente, el Artículo 1090 del Código Civil establece
que:
Las obligaciones derivadas de la ley no se presumen. Sólo son exigibles
las expresamente determinadas en este Código o en leyes especiales, y se regirán
por los preceptos de la Ley que las hubiere establecido; y, en lo que ésta no
hubiere previsto, por las disposiciones del presente libro.
En ninguna página
del programa electoral del PP figura que el cumplimiento de sus medidas sea
exigible en los tribunales.
Pero la constatación de este hecho, en vez de
haber servido a nuestros actuales gobernantes para autoregularse, parece
haberles convencido de que pueden actuar al margen de cualquier consideración
moral o política, es decir, que el cumplimiento del programa electoral queda al
arbitrio absoluto de una de la partes, porque los tribunales no pueden
obligarles a hacerlo.
La naturaleza del contrato electoral es moral, no
jurídica. Esto significa que los tribunales no persiguen a los gobernantes
incumplidores porque se da por hecho que al tratarse de un conjunto de
obligaciones morales (obligaciones de hacer y de no hacer), son los propios
gobernantes los que deben autorregularse e imponerse a sí mismos su
cumplimiento.
La obligación moral implica libertad jurídica en su
cumplimiento, pues para que una conducta pueda ser objeto de un juicio moral es
preciso que el sujeto la realice porque siente que debe o no debe llevarla a
cabo. En cambio, la norma jurídica es obligatoria, los individuos no pueden
negarse a cumplirla, pues si lo hiciera el Estado les obligaría a cumplirla
coactivamente.
Las obligaciones jurídicas las establecen los legisladores
pero las de naturaleza moral las establecemos los ciudadanos.
Si los
ciudadanos exigimos en la calle lo que creemos que debe y no debe ser, esa será
la norma moral que deban seguir nuestros gobernantes.
Las normas morales no
están exentas de cualquier tipo de sanción
En absoluto: la sanción a la que
se expone el incumplidor de la norma moral es el rechazo social y este rechazo
social puede y debe ser expresado por todos los españoles al unísono mediante
una gran manifestación contra EL CHEQUE EN BLANCO DEL PP.
Si el Gobierno
del PP no es capaz de autoregularse y cumplir con su programa electoral, o
reconocer que no puede cumplir con él y convocar elecciones, hemos de ser los
ciudadanos los que, ejerciendo la presión social, dejemos bien claro qué clase
de gobernantes queremos tener.
La unión hace la fuerza
Los incumplimientos
generalizados del Gobierno están consiguiendo movilizar en la calle a los más
diversos colectivos, pero todos están actuando de forma aislada, lo que resta
fuerza a sus acciones.
Lo que resulta más ineficaz de estas
manifestaciones es que se trata de reacciones frente a leyes: los ciudadanos se
rebelan contra normas jurídicas.
El gobernante elegido democráticamente
siempre puede argumentar: la Constitución establece que los diputados hacen las
leyes, aunque no gusten a muchos.
El aumento del IVA es una ley, la
supresión de la paga extra es otra ley, son normas publicables y publicadas en
el BOE.
Pero si nos rebelamos ante cuestiones morales, que jamás podrán ser
recogidas o sancionadas por el BOE, dejamos a nuestros gobernantes sin
argumentos.
La calle es el BOE de los ciudadanos, es el lugar donde nosotros
dictamos JURISPRUDENCIA MORAL a nuestros gobernantes.
La eficacia de la
jurisprudencia moral es tal, que recientemente, el Presidente del Tribunal
Supremo y del CGPJ, Carlos Dívar, tuvo que dimitir porque su conducta no era
ÉTICA.
Una manifestación con una pancarta que diga LA MAYORÍA ABSOLUTA NO ES
UN CHEQUE EN BLANCO es una rebelión moral, asumible por todos los colectivos de
ciudadanos que ahora se están manifestando por separado.
Nosotros salimos
a la calle y "LEGISLAMOS" con nuestra presencia en las plazas que los
gobernantes son elegidos únicamente como gestores de una serie de medidas
previamente pactadas con los votantes.
Todo lo demás constituye un abuso
de poder que no estamos dispuestos a consentir.
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